lunes, 7 de enero de 2019

SESION 9_GEOGRAFÍA_20-12-18_Acceso a la universidad 2017_18

UNIDAD II

TEMA 6. La biogeografía española_2ª Parte (2/2)
(continuación...)



Para proteger el medio natural, ha sido preciso que el Estado español y las Comunidades autónomas hayan declarado parques nacionales, parques naturales u otras figuras de protección a aquellos espacios que necesitan ser protegidos ante las amenazas que se ciernen sobre ellos.

MINI RESUMEN_UNIDAD II

TEMA 6. La biogeografía española


6.1. Los suelos: diversidad y tipología de los suelos españoles. El suelo y los horizontes edáficos
El suelo es un factor determinante para la vegetación que se desarrolla en el mismo. Su génesis es producto de la interacción de elementos orgánicos, es decir, que están o han podido estar vivos, y elementos inorgánicos, es decir, que no tienen vida, como es el caso de las rocas.
Al analizar el perfil de un suelo en profundidad, desde la superficie hasta la roca madre sobre la que se forma, es posible diferenciar una serie de horizontes en función de los cuales, se analiza la calidad y la fertilidad o la pobreza de dicho suelo. Estos horizontes son:
·         El A, que es el horizonte superficial y está compuesto por materia orgánica en descomposición (hojas, raíces, tallos, insectos, etc.) o humus, suele ser de color oscuro y su espesor es muy importante para explicar la fertilidad del mismo.
·         El B, también denominado horizonte de acumulación, pues en él se depositan las sustancias minerales que proceden de la descomposición de la roca madre, a la vez que se acumula la materia orgánica procedente del horizonte superficial A de ese mismo suelo.
·         El C, u horizonte meteorizado, que es el que sirve de transición entre el de acumulación y la propia roca madre en descomposición, que es la que soporta el basamento de dicho suelo.
Según las características que posean y la composición de los mismos, los suelos favorecerán un tipo de vegetación u otra, así en los climas oceánicos predominan las tierras pardas y húmedas sobre roca caliza, que suelen ser fértiles y en las que se dan cultivos como el maíz, mientras que cuando la roca madre es de tipo silíceo, sobre ella se da el bosque y el pastizal.
En climas mediterráneos existen suelos pardos dedicados principalmente a las dehesas; rojos que son muy fértiles y que por lo tanto se destinan a cultivos; negros, que también son muy fértiles, como los existentes en el valle del Guadalquivir; terras rossas o arcillas procedentes de la descalcificación de la roca caliza, de una fertilidad más reducida, y suelos grises que abundan en las zonas esteparias.
Existen también los llamados suelos intrazonales que presentan una gran variedad, como los volcánicos, salinos, arenosos, aluviales, encharcados, calizos, etc.
En los suelos hay que tener en consideración la pendiente que posean, ya que dependiendo de su grado habrá especies vegetales que puedan crecer en los mismos o tendrán la roca madre en la misma superficie. Esto sucederá en el caso en el que la pendiente sea tan pronunciada, que los suelos no pueden depositarse sobre la roca madre y formar los horizontes antes mencionados.

6.2. La vegetación española: grandes áreas, unidades biogeográficas y especies vegetales

Por sus particulares características geográficas, en España es posible encontrar una gran variedad de formaciones vegetales. A grandes rasgos, destacan tres regiones, denominadas eurosiberianamediterránea y macaronésica, correspondiendo esta última a las islas Canarias, en las que existen un gran número de endemismos. Además del bosque caducifolio y perennifolio, existen diferentes tipos de matorral, como la landa en el paisaje Atlántico, y el maquis y la garriga en el Mediterráneo. También existen otras formaciones como el sotobosquelos prados y la estepa, siendo estas dos últimas una degradación del paisaje natural a consecuencia de la intervención destructora de la mano del ser humano.

El sotobosque y las formaciones de matorrales.
Sin duda, los bosques son el aspecto más llamativo de la vegetación de nuestro país o de cualquier otro. Pero el bosque no es el único elemento que configura el paisaje vegetal. Ya en la presentación de este epígrafe hablamos de las distintas formaciones vegetales que lo componen, de manera que en este caso nos vamos a centrar en la parte menos conocida del mismo, el estrato inferior al que se conoce como sotobosque.
El sotobosque es la parte baja del bosque, pues el término equivale a decir "bosque bajo" o también "por debajo del bosque". Está compuesto por árboles jóvenes poco desarrollados, helechos, arbustos e hierbas. Suele ser más habitual en las zonas húmedas. Es en ellas donde crece una masa vegetal bajo las copas de los grandes árboles que vive en un mundo más umbrío y con luminosidad más reducida, ya que el porte de los grandes árboles impide que la insolación llegue de pleno a las zonas más bajas del mismo.
El sotobosque es el medio natural en el que viven numerosos animales de pequeño tamaño. Esto es debido a que las capas más altas de los árboles impiden que muchas aves de presa puedan avistarlos y cazarlos, de ahí que sea un espacio privilegiado en cuanto a mantenimiento de una rica fauna.
El matorral, sin embargo, es aquella formación vegetal dominada por los arbustos y por las plantas de porte herbáceo. Puede surgir tanto de forma natural, como debido a la acción destructiva del bosque por la mano del hombre o por incendios.
El matorral de la España húmeda o Atlántica es bien distinto al de la España seca o Mediterránea. En el primer caso predomina una formación que recibe el nombre de landa, mientras que en el segundo existen dos tipos de matorrales, la garriga, que se da sobre zonas calizas, y el maquis, que se da en zonas silíceas.
La landa es una formación vegetal muy densa y con un porte muy alto, ya que en ella viven especies que llegan a alcanzar los cuatro metros de altura. Procede de la degradación del bosque Atlántico a consecuencia de las talas abusivas y de los incendios. Cuando este proceso alcanza su máxima gravedad, la landa desaparece y es sustituida por la pradera, que se emplea principalmente como forma de alimentar a la ganadería.
La garriga es una formación de matorral poco denso y con bastante discontinuidad. En ella se dan especies como la jara o el tomillo, que se adaptan a las elevadas temperaturas y a la sequía estival. La garriga es silífuga, es decir, huye de los suelos ricos en silicatos, de ahí que se concentre especialmente en las zonas calizas, como sucede en los Sistemas Béticos, por ejemplo.
El maquis o la maquia, es un matorral arbustivo de tipo denso, en él abundan especies como el acebuche, el algarrobo o los palmitos. Tiene especies que alcanzan mayor altura que la garriga y no se suele dar sobre suelos calizos, sino silíceos, de ahí que se diga que es una formación calífuga

6.3. Medio ambiente en los espacios naturales: conservación e impactos

El paisaje natural es el resultado de la interacción de una serie de factores ecogeográficos entre los que cabe destacar el clima, el relieve y la topografía, el suelo y su composición y la acción antrópica dle ser humano, a lo largo de la Historia y en el momento actual, a consecuencia de las actividades económicas que desarrolla. Para proteger el medio natural, ha sido preciso que el Estado español y las Comunidades autónomas hayan declarado parques nacionales, parques naturales u otras figuras de protección a aquellos espacios que necesitan ser protegidos ante las amenazas que se ciernen sobre ellos.
España, como país que tiene inserto la mayor parte de su territorio dentro del ámbito de las regiones Mediterráneas, participa de la misma problemática que tienen los países bajo este tipo de clima. El avance de la aridez y de la desertificación con el incremento del riesgo de incendios, las lluvias torrenciales que erosionan el suelo y un gasto excesivo de agua en el consumo humano, industrial y agrícola, crean una problemática de difícil relación con el medio natural que todavía esta bastante lejos de ser resuelta satisfactoriamente. 
La mayor responsabilidad tanto en la contaminación de la atmósfera, del agua y de las zonas continentales recae sobre los seres humanos. En España se ha producido una pérdida de la biodiversidad de la que poseemos constancia histórica desde hace muchos siglos, aunque en los últimos tiempos se ha acentuado todavía más esta tendencia. A modo de ejemplo podemos citar una serie de casos como los de la contaminación de la ría de Huelva por la industria petroquímica, los accidentes y mareas negras como el provocado por el petrolero Prestige en las costas de Galicia y otros muchos más.
Los problemas medioambientales son cada vez más graves, de ahí que, para su solución, requieran la participación de numerosos agentes que colaboren en la protección de la naturaleza y del medio. Las organizaciones ecologistas fueron las primeras en advertir de la contaminación y de la destrucción de la naturaleza. Los gobiernos y las Administraciones Pùblicas tomaron a continuación protagonismo intentado dar soluciones a problemas tan graves como el calentamiento global del planeta. Pero somos todas las personas quienes en defintiva, debemos colaborar para evitar que el medio natural continúe degradándose.



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